domingo, 2 de diciembre de 2012

Un baile subterráneo


El sonido iracundo, enérgico y destructivo hacía que los imperdibles que colgaban de las chaquetas se sacudieran al mismo tiempo que el pelo crispado y alborotado volaba por los aires, las gotas de sudor caían sobre las botas que pisaban charcos de cerveza y colillas de cigarro, las manos extendidas y el puño cerrado intentaban golpear a cualquiera que se acercara corriendo, empujando o saltando. No era el único, cada uno de los que estaban ahí sentían la misma sensación de liberación, de desestrés, de catarsis al sentir su cuerpo golpear con el de todos, por sus oídos sólo se filtraba el voraz ruido de la canción Anarchy in the UK, de la banda Sex Pistols, se encontraba en un ambiente de descontrol, se encontraba en un pogo.

El punk, género musical que se caracteriza por entremezclar sonidos fuertes y agresivos con melodías divertidas, tuvo sus orígenes en el Perú, con una banda que decidió tocar algo más que las músicas nuevas oleras que había por esos años, Los Saicos atacaron la escena musical con un ritmo grotesco y rebelde e iniciaron una cultura subterránea. Esa cultura subterránea o contracultura se extendió y consiguió su apogeo en Europa por los años 70 con bandas como The Ramones, The Clash, The Dammned y Sex Pistols.

La adrenalina te gobierna cuando estás dentro de un pogo.
El sonido de los instrumentos inundaban el ambiente con descontrol, el público aturdido empezaba a chocarse entre sí y realizar este seudo baile conocido como pogo, que consiste en dar movimientos nada sincronizados que acompañaban a la música con saltos y gritos, con patadas y puñetazos, con sudor y adrenalina. Estar dentro del slam, como se le conoce al pogo en otros países, es entrar en un ring de liberación donde sólo escuchas lo que has venido a oír, ves brazos, piernas y
cabezas que pasan fugazmente al lado tuyo y desatas esos impulsos de agresividad reprimidos.

El Perú de los años 80 atravesaba un periodo sombrío y de una violencia cotidiana nacida de actos terroristas. Esta subversión propició el nacimiento de un rock subterráneo rebelde y rabioso, pero consciente de lo que sucedía en la sociedad. Un rock protestante pero esperanzador.
Para seguidores de bandas como Narcosis, Leuzemia, Voz Propia y Delirios Crónicos, no era raro estar inmersos comúnmente en conciertos con contenido protestante, sonidos desafiantes y pogos desenfrenados. Pero la comunidad limeña conservadora cómo vería estos actos de furia.

Imágenes de una jauría de jóvenes golpeándose entre sí, moviéndose feroz y atolondradamente, mientras se escuchaban canciones con letras anarquistas, invadieron la señal abierta. Un reportaje realizado por Patsy Adolph al concierto “El rock subterráneo ataca Lima” el 18 de octubre de 1985, era transmitido por el canal 9, y visto por miles de peruanos. Estos actos violentos fueron reconocidos por el psicólogo Baltazar Caravedo como un mensaje de reconstrucción a una sociedad en decadencia y hasta una expresión de amor, y eso no lo dice alguien que gusta de empujarse con los demás al sonido de una música, lo dijo un doctor hace 27 años.

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