El libro del "guardian"
El hombre obeso, de peinado al costado y lentes redondos,
había terminado de leer apenas hace unas semanas “El guardián entre el centeno”.
Lo hizo con la misma convicción con que la leyó Harry Oswald antes de asesinar
al presidente John F. Kennedy y Lyle Menéndez antes de matar a sus
progenitores, y creyó escuchar, al igual que ellos, una voz que le pedía
asesinar.
El reloj marcaba las once. Cogió el álbum Double Fantasy que
guardaba en un estante y lo colocó en uno de los bolsillos del saco negro que
traía puesto. En el otro bolsillo, escabullido, se encontraba una pistola
calibre 38. Se acomodó la chalina y limpió sus lentes.
En la novela de J.D. Salinger el protagonista, Holden
Caulfield, odiaba a los hipócritas, pero no era lo suficientemente valeroso
como para asesinarlos. Se autodenominaba el responsable de llevar por buen
camino a aquellos que estaban propensos a caer en “el precipicio” y de acabar
con ese ente desviador. Este papel de “salvador” era interiorizado
enfermizamente, por aquellos que leyeron el libro.
Ya era mediodía. Se recuesta sobre la reja que daba a la
entrada del edificio Dakota en la calle 72 oeste. Se mezcla entre los fans que también esperaban la salida del artista y se mantuvo ahí hasta las cinco de la tarde. Lo
ve salir y se acerca. Mete la mano al bolsillo y saca el álbum que hace
apenas unas horas había vuelto a escuchar. Mira alegremente cómo autografiaba
el disco y lo ve alejarse lentamente y entrar a la limosina que lo esperaba.
Pasaron cinco horas y 45 minutos desde aquel fugaz
encuentro. Se había cerrado el saco por el frío y caminado varias veces por la misma
calle. Conversó con el portero del edificio y con otros fans. Volvió a la reja
y se recostó a esperar.
Llegó la limosina. El sujeto espera a que se dirijan a su apartamento.
Al verlo solo lo llama desde atrás: “Señor Lennon…” y antes de que voltee le
dispara cinco veces. El ex-Beatle cae y se arrastra hacia la puerta de su
habitación. Se escuchan los gritos de su esposa que alertan a la policía.
Mark David Chapman, el protagonista de los disparos, sacó de
su abrigo el libro que lo había trastornado. Cogió un lapicero de su camisa y
escribió: “Esta es mi declaración” y firmó como El guardián del centeno. Trato
de leer algunos párrafos, pero la policía lo detuvo. En el fondo se escuchaban
sirenas de policías y gritos de desesperación.
Tres décadas han pasado desde que se silenció la voz de John
Lennon. Chapman, ahora con 53 años, confesó que la causa del asesinato fueron
las declaraciones que dio ex-Beatle a una reportera inglesa en abril de 1973.
“…Los Beatles somos más conocidos que Jesucristo”. Fue esta
frase la que ocasionó que Chapman tomara la decisión de asesinar al músico,
pues lo consideró una mala influencia para la juventud. Creyó que en sus manos
se encontraba la responsabilidad de no dejar caer a esa juventud al precipicio,
tal y como lo creía el protagonista de la novela de Salinger. El regordete sujeto
se vio en sí mismo al guardián entre el centeno.
que buena forma de coger la historia de otro punto de partida y de final no?
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