De él solo se sabe a ciencia cierta que nació en Bristol, un
condado de Inglaterra. No se conoce su nombre, su apellido o su edad. Se
autodenomina Banksy y es el artista urbano que ha revolucionado el concepto del
street art o posgrafiti. Con sus obras cargadas de mensajes anticapitalistas ha
convertido su pasión en su mejor negocio, aún sin buscarlo, y ha llamado la
atención de la manera más particular, con el anonimato.
El muro de gaza, una barrera de 680 km levantada por el
gobierno de israel para avasallar a los palestinos, era para Banksy simplemente
“la estructura más degradante del planeta”, por lo que decidió convertirla en
la “galería más grande del mundo”. Una escalera hecha con brochazos de pintura
por un niño que sonreía, una niña que intentaba cruzar el muro siendo elevada
por globos de helio, un policía que destapaba una parte del muro como si fuera
una cortina para toparse con una playa paradisíaca, fueron tres de los nueve
grafittis que el artista inglés pintó en la tan despreciada edificación.
Banksy convierte cualquier infraestructura en un lienzo. |
Es que es así como trabaja Banksy, de manera anónima y
tajante, provocadora y rápida, pues una vez terminada la “intervención”, como
se conoce a los trabajos realizados por un graffitero, el artista vuelve a
desaparecer pero sus obras quedan convertidas en íconos de protesta. Pero de qué vive alguien que solo es visto ocasionalmente.
Las obras de Banksy produjeron un repentino interés en el
mundo del arte, al punto de que ningún coleccionista de arte contemporáneo que
se precie, podría considerar su galería completa sin tener una obra del artista,
este súbito apogeo hizo que las pinturas del artista llegaran a valorizarle en
cientos de miles de dólares.
En el último mes de marzo, seis de las obras más icónicas del graffitero
británico fueron subastadas por 496 mil 620 dólares. El artista capturó el
interés del mundo y de los coleccionistas, pero a la vez iba obteniendo el
rechazo de los graffiteros “tradicionales”, quienes veían con mala cara el
hecho de que sus trabajos hayan saltado a las galerías y museos, según ellos,
perdiendo en gran medida lo característico del arte callejero, la ilegalidad.
Obra con mensaje antibélico de Banksy |
Pero el graffitero británico nunca perdió esa
característica, merodeando en la clandestinidad y utilizando sus esténciles
continuó realizando sus obras en los lugares menos esperados, en edificios
abandonados, en paredes maltrechas, en señales de tránsito, en paneles vacíos,
a plena luz del día o acompañando por el manto de la noche. Una paloma de la
paz protegida por un chaleco antibalas, un niño diparando mariposas con una
metralleta, una monalisa que apunta con una bazuca o un subversivo tratando de
tirar en vez de una bomba molotov, un ramo de flores, decoran las calles
londinenses y se han convertido en puntos de visita para los turistas, que no
pueden dejar de pasar por ahí sin tener que retratar las obras.
Las obras de Banksy, dieron el paso que muchas
manifestaciones aún esperan, paso de ser una contracultura rupestre a ser
convertido en una expresión artística comercial, pero el artista nunca llegó a
perder lo fundamental de su obra, lo enigmático, que al final resulto no ser su
obra en sí misma, sino el mismo graffitero, el anonimato lo convirtió a él en
una obra de arte que espera ser descubierta y retratada.
Graffiti pintado por el graffitero británico en la franja de gaza. |